No solo el agua y los fertilizantes aumentan el rendimiento. La biotecnología y el conocimiento de la fisiología vegetal también desempeñan un papel clave en la explotación del potencial genético de una planta.
- La primera fase de la evolución de los insumos agrícolas para aliviar el estrés de las plantas, -interacción-, comenzó a principios del siglo XX con la síntesis de los fertilizantes nitrogenados. Luego vinieron los fertilizantes líquidos, los oligoelementos y micronutrientes, etc.
- La segunda fase, –reacción-, comenzó con la protección de cultivos. Los herbicidas, insecticidas, fungicidas y reguladores de crecimiento nos acercaron un paso más al aumento de rendimiento deseado.
- La tercera fase, -prevención-, se ocupa en última instancia del potencial genético de la planta, y aquí es donde la biotecnología y el conocimiento de la fisiología vegetal juegan un papel fundamental. Esto conduce a la terapia de protección de plantas. No se trata de los medios para solucionar o aliviar el estrés, sino de las acciones para prevenirlo.
La palabra estrés se ha usado mucho últimamente en la producción de cultivos. Los causantes del estrés son diversos: condiciones climáticas desfavorables (sequía, frío, inundaciones…), así como agentes externos (insectos, herbicidas, los propios humanos, etc.).
Pero el estrés no es el único foco de atención de la fisiología vegetal. El control específico de la producción también juega un papel muy importante. Las hormonas de crecimiento natural son importantes para obtener un alto rendimiento, pero también deben estar presentes en el momento adecuado. Las hormonas vegetales se dividen en dos grupos principales: hormonas de crecimiento o de promoción y las hormonas del estrés. Nosotros preferimos llamarlas «hormonas de inhibición» porque bajo ciertas condiciones normales no causan estrés, sino que son parte del ciclo natural de vida de la planta y como tal, muy necesarias.
Existen tres hormonas de crecimiento (esenciales):
- las auxinas (división y crecimiento celular, dominancia apical, desarrollo de raíces laterales), producidas en los meristemas apicales de las plantas, de movimiento basípeto (se producen en los ápices y se trasladan hacia la raíz).
- las citoquininas (división celular, brotación lateral, fructificación), producidas en la raíz, principalmente en las puntas y en los pelos radiculares.
- las giberelinas (germinación, crecimiento celular, desarrollo vegetativo, cuaje de flores y frutos). Producidas esencialmente en los tejidos de hojas (parte aérea) jóvenes. Una especie de hormona de la juventud para las plantas.
Hay otra serie de hormonas de crecimiento o “positivas”, pero hablaremos de ellas en las próximas publicaciones.
Demasiado de lo bueno
Es necesario controlar la planta y su desarrollo, y en última instancia, la producción. Un ejemplo es el encamado (vuelco) de los cereales.
Hecho: Se fertiliza mucho.
Consecuencia: La planta toma el nitrógeno aportado, se enfoca al crecimiento vegetativo, no logra formar suficiente desarrollo de raíz porque no lo necesita.
Raíces secundarias y pelos radiculares, donde se producen las citoquininas, y se dispara el crecimiento apical. Las consecuencias: cañas demasiado altas y volcadas, mucha materia seca, menos espigas y granos.
Aquí hay que ayudar fomentando la producción de citoquininas, que son las encargadas de la división celular. Los productos con una alta proporción de citoquininas y boro ayudan a la planta a ralentizar el crecimiento vegetativo. Con más división celular, obtenemos más ahijado (macollaje) cuando se aplica antes de esta fase, y tallos más gruesos y espigas más grandes con más granos y más fértiles cuando se aplica más tarde (más división celular = más granos).
La misma cantidad de fertilizante aplicada se divide mejor, va dirigida a más rendimiento y menos materia seca.
El lobo con piel de cordero
Es cierto que estamos hablando todo el tiempo de hormonas de crecimiento e inhibitorias. No obstante, como todo en la vida y especialmente en agricultura, los excesos son malos y no todo es blanco o negro.
Las auxinas, consideradas como hormonas de vital importancia para el crecimiento, son a su vez componentes de un herbicida muy conocido: el 2,4D, herbicida hormonal para malezas de hoja ancha. Con esto queda patente, que demasiado “positivo” puede ser “negativo”.
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